sábado, 25 de octubre de 2008

Carta 11 de un voluntario desde Sierra Leona

Mis queridos amigos:
Si os voy a ser sincero, creo que el blog se me ha ido un poco de las manos. Me siento sorprendido al recibir correos de personas a las que no conozco y que, por el contrario, me dicen que rezan por nosotros y que nos leen con gusto. A la hora de hablar, o de escribir, siempre dejé que fuese el corazón quien expresase sus sentimientos. Algunas veces con ternura y otras con dureza, pero siempre dije o escribí lo que en ese momento sentía. Y no quiero que eso cambie por el hecho de que ahora debo pensar en los lectores. Estoy seguro de que yo mismo, si releyese lo que escribo antes de enviarlo, suavizaría o cambiaría ciertas cosas o palabras, pero no lo voy a hacer porque perderían autenticidad. Lo escrito, escrito está. Para «suavizar», tengo mis editores que pueden ejercer su legítimo derecho de censura. Además, yo no sé escribir de otra forma.
Me decía mi amigo Fernando, de Pamplona, que está seguro de que no me cambiaría por nada, ni por nadie. Y es verdad. A pesar de tifoideas, de malarias, y de luchas sin fin…, me siento vivo y con el alma llena. Y eso, en los tiempos que corren, no es poco. Y de los caprichos de la mesa, ya me desquitaré algún día con creces en Pamplona con mis amigos de Letyana: le voy a pedir a Ramón que me ponga todos los pinchos especiales de la casa, aunque me hagan daño.
Recibo cartas que me conmueven y me animan a seguir. Algunas, de compañeros de curso a los que la vida llevó por otros derroteros, y que realizan un trabajo tan admirable o más que el mío, a pesar de no escribir un blog personal. Gracias por vuestras palabras de aliento, Lope y Pablo. No importa las millas que haya de por medio, la amistad nos mantiene cercanos.
Los que me conocen saben muy bien que estoy más cerca de la tierra que del cielo. Y no necesitan mi presentación. Pero permitidme que lo haga para los que no me conocen, con unos versos de Jorge de Bravo, poeta costarricense, que ha llenado con sus poemas muchas tardes de quietud y soledad.

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