viernes, 24 de octubre de 2008

Carta 2 de un voluntario desde Sierra Leona

Mis queridos amigos:

Sigo compartiendo con vosotros el pan y la sal de cada día. Quizás a través de estas sencillas experiencias os deis cuentas de que ser misionero no es realizar nada extraordinario, es simplemente poner el corazón y la ternura en lo que uno lleva entre manos. Después de mi ya larga andadura religiosa, os puedo asegurar que no es más difícil, ni más misionero, caminar a Kamabangekroy, que ir con ilusión a dar clase de religión, o de literatura, o filosofía... los lunes por la mañana. O visitar a los enfermos los primeros viernes de mes y oír por enésima vez a la anciana contar la misma historia. Todo exclusivamente depende del corazón y empeño que pongamos en lo que hacemos.

Todos tenemos la necesidad básica de sentirnos valorados y queridos. También nosotros, a pesar de ser religiosos. Por eso cuando nos llamáis (gracias Javi), nos dais un buen empujón y alimentáis nuestro espíritu, que buena falta nos hace.

Sabed que con vuestra generosidad nos ayudáis un montón a aliviar la extrema pobreza en la que vive nuestra y 'vuestra gente', porque también es vuestra. Pero también es cierto que nosotros os ayudamos a ver un poquito más allá, y a saborear 'la alegría del dar', y a experimentar lo bien que uno duerme cuando ha vencido el egoísmo y la insolidaridad.

Nunca se es más feliz que cuando comienza a ser importante para ti la felicidad de los demás. Os invito a que os asoméis a los ojos y a la sonrisa sencilla de nuestra gente. ¿A que enamora esa mirada?

Mi agradecimiento sincero a todos los que compartís lo vuestro con estos hermanos más necesitados. Soy un privilegiado por robarme los aplausos, los abrazos, las sonrisas y la gratitud que os pertenecen. Pero ellos os conocen y os aman, y rezan por vosotros, 'sus amigos de lejos'. Saben que tienen amigos en el Colegio Romareda de Zaragoza, y en el San Agustín de Valladolid, y en la Parroquia Santa Rita de Madrid, y en Little Flower de El Paso, y en Las Cruces de New Mexico, y en Pamplona∑ Me encantaría que los muchachos que con tanta ilusión trabajan en recoger donaciones, pudiesen traerlas personalmente para disfrutar del agradecimiento de nuestra gente. Ojala, ¿por qué no?, que alguno se animase a echarnos una mano como voluntario.

Que Dios cumpla su promesa en vosotros, y os pague con el ciento por uno vuestra generosidad y vuestro cariño.

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