viernes, 24 de octubre de 2008

Carta 7 de un voluntario en Sierra Leona

Salimos a dejar a Edgar en Freetown. No hemos abierto la boca ninguno de los tres en todo el camino. Supongo que cada uno va rumiando sus propios sentimientos. A mi me duele profundamente su partida, porque lo he llegado a querer en estos poquitos meses que hemos trabajado juntos.

Jay‚s Guest House estaba a tope y hemos tenido que rodar buscando habitación para pasar la noche. No es fácil. Las que son muy baratas son inhabitables, y en las decentes te quieren cobrar lo mismo que en la Costa Brava. Estamos cansados y decidimos quedarnos en la primera que tengan habitaciones disponibles, sean como sean, y al precio que sea. Cosas del destino, damos con nuestros huesos en Korean Guest House. Imaginaros la dicha de Casimiro. Hay que reconocer que la atención es exquisita, las habitaciones impecables, y el precio solo un poquito mayor que en Jay‚s (50 dólares noche). Lo bueno es que el desayuno «continental», si es un auténtico desayuno (te puedes ahorrar la comida siguiente), y tenemos servicio de lavandería gratis. Creo que a partir de ahora será nuestro campamento base cuando la casa del obispo esté ocupada.

He intentado poner en práctica lo que este pueblo me enseña cada día: a vivir intensamente el momento presente. Así que, por la noche, con uno de esos sofisticados aparatos electrónicos coreanos, Kumyoung se llama el artilugio, he disfrutado de una exhibición de karaoke con Cas y Edgar como protagonistas. El público, encantado. Y es que cantan de maravilla. Me resultaba increíble ver a qué velocidad descifraba el coreano los jeroglíficos que aparecían en la pantalla.

La máquina en cuestión, puntúa cada actuación del 1 al 100. Si la nota es 100, tienes derecho a una cerveza gratis por gentileza de la casa. Os puedo asegurar que ninguno de los tres se fue con sed a la cama. La gente estaba impresionada de la cantidad de «100» y de lo bien que cantábamos los tres. Me incluían en el lote, y me libré de dar una exhibición porque no había ni una sola canción en español.

Por la noche he hablado por teléfono con Juan Luis González, del Colegio Romareda. Trabajamos juntos unos años y ha sido un placer recordar viejos tiempos. Aquellos tiempos en los que jugábamos al fútbol contra los chavales de COU, y ganábamos. Siempre admiré su infinita paciencia, y su saber llevar a los jóvenes en asuntos de Pastoral Juvenil. Le agradezco los esfuerzos del Equipo de Pastoral de Romareda para enviarnos material escolar y deportivo, y me dice que uno de los más entusiastas en la recogida de materiales fue el P. Teófilo Ochoa. Me causa ternura, porque en mis años jóvenes fue el que se encargó de estructurar mi cabeza, y la de tantos otros, a base de silogismos filosóficos. Gracias, amigos, porque da gusto abrir cajas y encontrarte material absolutamente nuevo.

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