viernes, 24 de octubre de 2008

Carta 9 de un voluntario desde Sirra Leona

He recibido un texto del coreano. -I‚m in the airport now, and everything is ok. See you later. (Estoy en el aeropuerto y todo va bien, nos vemos luego).

Estoy impaciente y me voy al café internet para matar el tiempo y de paso enviaros las últimas notas con las fotografías. Físicamente no me siento muy bien que digamos, pero estoy un poquito más animado y me voy a comer al restaurante chino de costumbre.

Allí recibo una nueva llamada de Casimiro desde Bruselas. Su avión se retrasó, y no pudo hacer la conexión para volar a Freetown. Menudo jarro de agua fría. El está desesperado e intento calmarle. Me cuenta las alternativas que Iberia le presenta, y le aconsejo la segunda, o sea, que se vuelva a Madrid y que lo intente en el próximo vuelo. Llamo a Rafael Mediavilla, y le doy la buena nueva pidiéndole que recojan a Casimiro en Barajas.

No me queda más remedio que hacer de tripas corazón y ver la mejor manera de solucionar el embrollo. Por lo pronto, llamo a Sophian para que se apure con el coche nuevo. Lo necesito para volverme a Kamabai. Había pensado quedarme en Freetown descansando, pero el sábado es la fiesta de Magbonso, y prometimos bautizar ese día a los 22 catecúmenos que llevan todo el año preparándose, caminando varias millas para asistir a las pláticas. Se la ilusión que ha puesto el catequista Albert, y los sacrificios y desplazamientos nocturnos en bicicleta que ha debido hacer para prepararlos. ¿Cómo le digo que me siento un poco enfermo y que no puedo ir, si él ha pedaleado con fiebre bajo la lluvia?

A las 5 de la tarde me llama Sophian diciéndome que tiene el coche listo, que vaya antes de que cierren. No me lo puedo creer. Vuelo hacia Caritas Makeni y, por fin, tengo en mis manos las llaves de un Toyota HiLux 2.8 D, doble cabina, precioso. Hasta el dolor de cabeza se me ha quitado y decido irme a cenar a Roy.

Es increíble: luces, aire acondicionado, música… Además funcionan las agujas que marcan el diesel y la velocidad. Esperad que no he terminado: dirección asistida, marcha reforzada para escalar montañas, no lloran las marchas cuando cambias de velocidad. Por un momento, casi me olvido de las desventuras del coreano.

Me llaman del Paseo de la Habana diciéndome que ya tienen en las manos a Casimiro. Hablo un ratico con él y veo que tiene un rebote encima contra Iberia, Bruselas…, y el mundo entero, de aquí te espero. Me decía Rafael que volvía con el hígado un poquito inflamado todavía, pero creo que se le ha terminado de reventar en Bruselas. Tan cabreado estaba que me pide que me cuide en Korea Guest House.

-Casimiro, que me estás pidiendo que no me fíe ni te tu gente, le digo.
-Take care, take care of everybody, no chingaderas (que no me fíe ni de mi sombra, vamos, me está diciendo)
Me comenta que vuela el domingo, y que pase a recogerlo a las 5:30 p.m. Me parece excelente, porque así me da tiempo a decir la misa en el santuario.

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