viernes, 24 de octubre de 2008

Carta 5 de un voluntario desde Sierra Leona

Mis queridos amigos:

Mi más profundo agradecimiento a los que con vuestras oraciones y apoyo nos dais motivos para seguir adelante. Cuando viajo a Freetown lo único que hago, por la premura del tiempo, es copiar vuestros mensajes para poder saborearlos tranquilamente en Kamabai.

El escribir se ha convertido para mí en una especie de desahogo. Además tengo la sensación de que estoy platicando con vosotros, en mi propio idioma, en la sobremesa. Y eso, cuando se vive inmerso en una babel de dialectos, se agradece. Y como la noche tampoco ofrece muchas alternativas donde escoger, me acostumbré a emplear parte de la luz del generador para poner en orden y repasar las experiencias vividas durante el día.

Sabéis que por 14 año consecutivo, Sierra Leona, ha tenido el privilegio de ocupar el último lugar de la lista de naciones en cuanto a desarrollo se refiere. Y dentro de este país, la sección Biriwa del distrito de Bombali, es la más empobrecida. Y ahí, en Kamabai, en el corazón Biriwa, está la misión de los Agustinos Recoletos. Estamos, pues, en el puro corazón de la miseria.
Estas sencillas líneas no intentan vender ningún producto, como alguno pudiera pensar, sino simplemente tocar el corazón para que cada uno, en la medida de sus posibilidades, comparta lo que tiene con «los más pobres entre los pobres». Se que en todos los sitios se cuecen habas, que dicen por mi tierra, pero esta gente, con demasiada frecuencia, ni habas tiene para cocer.
Nosotros somos, sin más, meros intermediarios entre ellos y vuestra generosidad. Y testigos privilegiados al poder ver cómo les explota la alegría y la sonrisa en la cara al sentirse queridos. No se trata de colocarse medallas. Cualquiera medianamente inteligente sabe que, en un ejército, tan importante es la vanguardia como la retaguardia.

Y, porque el trabajo supera con frecuencia nuestras fuerzas y nuestra salud, agradecemos vuestros mensajes de aliento. Saber que no estamos solos nos reconforta y, con frecuencia, después de leer mensajes como estos, nos emociona y saca las lágrimas.

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